viernes, 15 de abril de 2011

El viaje de Fatena Al Gurra

                     


  Tuve la fortuna de seguir “el viaje de Fatena”, anunciado desde la proa de los Gavieros, en sus dos últimas etapas: Córdoba y Madrid. En el patio de la posada del potro, un caluroso mediodía de abril, Fatena Al Gurra, exiliada palestina, poeta con mayúsculas, mujer elegante y vital, parecía la mismísima reencarnación de Wallada. Era parte de la ciudad, nos embriagaba, a partes iguales, el aroma a azahar y sus versos que dibujaban palmerales, la luz del Mediterráneo, donde se podía palpar la menta, el trigo, los granos de café recién molidos, las mujeres de uva o de almendra. Sabores, sol,  sensualidad. Un trazado de verso que empieza en el cuerpo para llegar al alma, a la identidad, para despertar preguntas, para despertarnos del letargo. Cada palabra en sus labios cobraba vida y movimiento. Volvía a sonar en Córdoba con intensidad la lengua de los Omeyas. Fatena era la Palabra encarnada, la Belleza que aflora en cada sílaba, en cada gesto, en cada modulación. La rama que fructifica en belleza, como diría Wallada, la Omeya.


Soy hija de marinos que bogan por las costas.
Soy hija de la ola y la memoria.
La última que quedó de aquéllos a los que Sansón cediera su cabello,
sacudido como una joven virgen,
la última descendiente del fresco y antiguo feminismo.
Abro los brazos y comienza a girar el cosmos en sus once direcciones.
Sonrío y me gotea miel desde los vírgenes labios juguetones.
Camino y la tierra pierde su equilibrio,
cuando mi risa cascabelea se escuchan timbres de seísmos.
Volcanes sacuden el sistema de los siete estratos.

Soy hija de la virtud y el ocio
hija de la pureza y del vicio
hija de la negrura y la blancura
según mi dedo las estrellas distinguen los límites de su primera ubicación.
Y si cierro los ojos
hay eclipse de sol hasta que vuelvo a abrirlos y sumergen al mundo en rayos
de color algarrobo.
Si me recojo el pelo
vibra el cosmos devoto, agradecido.

Soy el hoy y el mañana
Su Majestad, coronada en el trono espacial,
si miro de reojo los campos se convierten en trigo y sol verde
y entonces soy el trigo y el sol verde
la primera cosecha
y la última.

                                                                                  Fatena Al Gurra

De Ardo, Excepto yo, (traducción de Rosa Martinez-Lillo), El Gaviero Ediciones, 2010.

1 comentario:

  1. Maravillosa Fatena/Wallada. En sus labios la palabra deja de ser continente para convertirse en significado puro. Tanto es así que todos los que escuchamos su poesía bajo el sol de abril comprendimos en un instante iluminado la lengua de los califas.
    Incluso los pájaros.

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