viernes, 4 de julio de 2014

Sophia de Mello, en el 10º aniversario



El 2 de julio se cumplieron diez años de la muerte de Sophia de Mello Breyner (1919-2004), una de mis poetas de cabecera. La poeta de la búsqueda obstinada de la palabra “exacta”, como ella misma la definió, que encontró en el poema su forma más resistente y secreta, más clara. Versos que respiran mar y la elegante exaltación de la antigüedad clásica. Llegué a Lisboa ese mismo 2004, unos meses después. Los primeros tomos de su obra completa me acompañaron durante todo aquel año, los paseaba por Alfama y Graça, donde vivió la autora, en la Rua das Mónicas. En la facultad de letras tuve la suerte de asistir a las clases de Estudios Pessoanos que impartía su hija, Maria Andresen de Sousa Tavares, una estimable poeta, que en breve traeré a esta bitácora.  
En el expolio que la familia donó a la Biblioteca Nacional de Lisboa aparecieron unos cuadernos con apuntes, dibujos, tentativas de poemas, esbozos de escritura casi ilegibles. La parte más interesante la forman unos cuadernos adolescentes escritos a lápiz que recogen los primeros poemas de Sophia y se remontan a los 12 años. El siguiente texto, hallado en una hoja suelta doblada, es el primer poema escrito al que la autora hizo referencia. Está fechado en mayo de 1934:

Comecei a escrever numa noite de Primavera, uma incrível noite de vento leste e Junho. Nela o fervor do universo transbordava e eu não podia reter, cercar, conter – nem podia desfazer-me em noite, fundir-me na noite.
No gume da perfeição, no imenso halo de luz azul e transparente, no rouco da treva, na quasi palavra de murmúrio da brisa entre as folhas, no íman da lua, no insondável perfume das rosas, havia algo de pungente, algo de alarme.

Como sempre a noite de vento leste misturava extasi e pânico.
           
                                                                            © Sophia de Mello Breyner Andresen
                                                                          (Primeira noite de verão, Porto, 1934)

Comencé a escribir una noche de primavera, una noche increíble de vento del este y junio. Donde se desbordaba el fervor del universo y no podía retener, envolver, contener-ni podía deshacerme en noche, fundirme en la noche.
Al filo de la perfección, en el inmenso halo de luz azul y transparente, en lo ronco de la tiniebla, en la casi palabra de murmullo de la brisa entre las hojas, en el imán de la luna, en el insondable perfume de las rosas, había algo punzante, algo de alarma.
Como siempre la noche del viento del este mezclaba éxtasis y pánico.

                                                                       © Traducción: Verónica Aranda
(Primera noche de verano, Oporto, 1934)   

1 comentario:

  1. Sophia não morreu, porque continua a viver nos nossos corações.
    Bonita homenagem.
    Um beijo.

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